Una de las mejoras estéticas que suelen realizarse a los vehículos es el cambio de rines. Esta sustitución, que a veces se da incluso desde la agencia, no es poca cosa. Con los distintos tipos de rines para tu auto puedes cambiar de manera favorable su perfil, además de que colaboran en mejorar su desempeño y alargar el tiempo entre los mantenimientos.

Las llantas son uno de los elementos más notorios de tu coche. La facilidad con la que pueden ser modificadas para generar una estética acorde a tu gusto es difícil de desaprovechar. Por ello, cambiar aspectos de su estética logra la personalización y autenticidad de tu vehículo.

Cabe destacar que los rines pueden clasificarse por el tipo de material con el que están fabricados, y todos conllevan beneficios importantes que vale la pena tener en consideración. A continuación se enlistan los más populares.

El acero es una aleación de alta resistencia. Por eso con este material se construye el chasis subyacente y los soportes del motor. La durabilidad, resistencia y flexibilidad que otorga permiten imponer cargas y fuerzas muy importantes. Unos rines de acero incluso pueden durar más que la vida útil del automóvil.

A pesar de estas increíbles características, hay dos aspectos que deben tomarse en cuenta. El primero es el aumento del peso del vehículo. Esto añade firmeza en el manejo, aunque puede generar un leve mayor gasto de combustible. El segundo son los impactos, ya que la propia rigidez del metal lo hace propenso a fracturarse si se es descuidado con los baches y obstáculos del camino.

Se trata de los modelos más comunes, porque así vienen desde la agencia. Su principal atributo es que son ligeros y flexibles. Son un poco más proclives a las deformaciones y abolladuras tras un uso prolongado, aunque también mucho más fáciles de volver a enderezar. Un manejo correcto puede conservarlos sin ningún problema por más de una década. 

Los rines de agencia suelen ser los más intercambiados, en particular en modelos económicos que incorporan tapones. No obstante, al estar diseñados específicamente para tu vehículo vale la pena considerar su especificidad.

Los rines con aleación de magnesio son más blancos y brillantes. En modelos oscuros resaltan sobremanera y es común verlos en automóviles de gama alta. Otra de sus virtudes es su peso, ya que al ser más ligeros tienen como principal beneficio el ahorro de combustible y una mejora significativa en la sensibilidad de la conducción.

Su duración es variable, depende del usuario y el propio peso del vehículo. Son recomendables, principalmente, para automóviles particulares en ambientes urbanos.

Las aleaciones con metales distintos a los estandarizados están enfocadas en aportar características específicas. Los rines de tungsteno otorgan una dureza sobresaliente similar a la del acero, mas no añaden un peso importante al vehículo. Esto incrementa su maniobrabilidad y durabilidad, a pesar de que su costo puede ser más elevado que los de materiales convencionales.

Son la vanguardia en la tecnología automovilística. La fibra de carbono es un material mucho más duro y resistente que el acero. Al mismo tiempo, pesa menos que el aluminio. Por ello engloba las mejores características de durabilidad, resistencia, ligereza y mantenimientos mínimos.

Dotar a tu automóvil con este tipo de rines abonará en mejorar la maniobrabilidad y reducirá ligeramente el consumo de combustible. No obstante, el precio suele ser más elevado. Por ellos son recomendables para coches de alto uso, por ejemplo, los especializados en reparto y transporte. Sus diseños en extremo atractivo pueden sumar mucho a la estética de cualquier coche.

En conclusión, los mejores rines para tu auto son los que más se adaptan a tus necesidades, los que se ajustan a tu presupuesto y, ¿por qué no?, se ven mejor en tu vehículo.