Alemania estudia si puede reutilizar sus búnkeres a la vista de la guerra de Rusia contra Ucrania

2022-09-23 18:34:28 By : Ms. Cecilia Zhu

Cuando en su centro de exposiciones Wieland Giebel tiene que hacer un agujero en la pared para instalar un nuevo cuadro o cartel explicativo, él y su equipo utilizan una broca de diamante y lo que él describe a NIUS como una “máquina perforadora pesada”. 

Esa circunstancia se explica por la particularidad del espacio del centro expositivo del que Giebel es responsable. El suyo es el Berlin Story, un museo ubicado en lo que fue un búnker berlinés levantado en 1942, en la Alemania del III Reich. Es un edificio de cinco alturas de espesos muros de hormigón. Miden hasta dos metros de ancho. El techo tiene casi cuatro metros de espesor. 

El búnker que Giebel ha conseguido reciclar en un espacio expositivo de 3.000 metros cuadrados dedicados a una muestra sobre el nefasto ascenso al poder de Adolf Hitler sirvió durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial para socorrer a unas 12.000 personas. En 1944, una bomba de los aliados de 500 kilos cayó sobre el techo del búnker. La estructura defensiva se mantuvo. Desde el aire, como muestran fotos que Giebel enseña a este periódico, se observan los daños que sufrió por fuera el hoy centro de exposiciones históricas.

En búnkeres como el de Giebel se tiende a pensar en Alemania cuando se da cuenta, como se ha hecho recientemente, de que el Ministerio del Interior germano analiza actualmente “los refugios” que quedan en manos del Estado federal y de los Länder. Los búnkeres son parte de esos espacios.

De hecho, ya hay ciudadanos que se han interesado por saber si pueden protegerse en una de estas instalaciones en caso de que la guerra de Rusia contra Ucrania acabe afectando al país del canciller Olaf Scholz. Al poco de empezar esa ilegal invasión rusa, hubo quien llamó al Centro de Documentación de Ahrtal (suroeste germano), que explota el museo en que se ha convertido el búnker del canciller y el resto del Gobierno de la República Federal de Alemania en tiempos de la Guerra Fría, preguntando si ese espacio ofrece protección. La respuesta es “no”, según ha explicado en la televisión pública ARD Heike Hollunder, responsable de dicho centro de documentación.

En Berlín, Giebel responde lo mismo cuando se le pregunta sobre la capacidad de ofrecer protección del espacio que utiliza Berlin Story. “Un búnker como el nuestro no aguantaría un ataque con los medios de artillería actuales y los sistemas de bombardeo de ahora. Por ejemplo, si impacta un misil de un sistema S-300, eso el búnker no lo aguantaría”, dice Giebel. 

“Este tipo de búnker, construidos sin profundizar en la superficie, según entiendo yo por mi conocimiento sobre búnkeres, no creo que pueda tener uso para una guerra actual. Sería más eficaz ir bajo la tierra, porque ahí los misiles no llegan”, añade el responsable del Berlin Story. 

Se estima que en Alemania, desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial, han existido cerca de 2.000 búnkeres. Sin embargo, en 2007 dejaron de ser de titularidad pública. Por eso hoy día albergan museos como el Berlin Story o, incluso, apartamentos de lujo como el penthouse que posee el coleccionista Christian Boros en el centro de Berlín. Bajo su casa, en el adaptado espacio del búnker, Boros exhibe su colección de arte. 

En manos públicas, según datos del Ministerio del Interior alemán, han quedado 499 búnkeres. “Los búnkeres pertenecen mayormente a diferentes instituciones, organizaciones, empresas o personas. Por eso la idea general de usarlos no puede afectar a muchos búnkeres. Si acaso, puede afectar a los búnkeres que estén en propiedad del gobierno regional o del gobierno federal. Pero, en mi opinión, no son muchos, porque la mayoría de los búnkeres han sido privatizados”, recuerda Giebel desde el Berlin Story. 

Se supone que las comprobaciones que hace actualmente Oficina Federal de Protección de la Población y Ayuda ante Catástrofes (BBK, por sus siglas alemanas) y el Ministerio del Interior estarán terminadas para finales de este año o principios del 2023. 

En el mejor de los casos, según los cálculos que se presentan en la prensa estos días, no más de 500.000 personas en un país de algo más de 83 millones podrían refugiarse en esas instalaciones. Pero eso, siempre y cuando los casi 500 búnkeres en manos de las autoridades alemanas se puedan utilizar.

Como medida previsora, sin embargo, las autoridades alemanas han impedido a Nils Brennecke construirse un apartamento sobre el museo en que ha convertido el búnker que adquirió en 2014. Su caso lo ha recogido el diario Bild, el más leído del país. “En el contexto de los actuales acontecimientos políticos y de la guerra en Ucrania, la protección civil y las existencias de refugios públicos han pasado a primer plano”, según han explicado las autoridades a Brennecke por qué ha de dejar de pensar, de momento, en construirse un apartamento sobre su Museo Alemán del Búnker, en Schweinfurt (centro germano). 

El caso de Brennecke también ha sido uno de los que recogía recientemente el dominical Frankfurter Allgemeine Sontagszeitung al dar cuenta del proyecto de la BKK y el Ministerio del Interior. “En vista de la guerra de agresión de Rusia, el gobierno alemán está examinando actualmente si los antiguos búnkeres siguen ofreciendo protección. No lo hacen. Pero casi nadie quiere decirlo”, se ha leído en dicha publicación. 

Angesichts von Russlands Angriffskrieg gegen die #Ukraine wird geprüft, ob die alten deutschen Bunker noch Schutz bieten würden. Tun sie nicht. Aber das will so kaum einer sagen. berichtet @julianstaib. https://t.co/MmXqzmLWbM #UkraineKrieg

Afectados como Brennecke y expertos en protección civil han criticado la iniciativa del Ejecutivo. Consideran que los búnkeres que quedan en pie no ofrecen, de verdad, protección suficiente para la población. “Los búnkeres se dejaron de cuidar, se vendieron, o sea, que la protección de los búnkeres ha dejado de existir”, ha dicho a la radio pública alemana Deutschlandfunk Stefan Kaufamnn, experto en cuestiones de seguridad ciudadana en el Instituto para la Sociología de la Universidad de Friburgo. 

Para Giebel, las autoridades harían mejor en pensar en el metro como lugar de protección, aunque en ciudades como Berlín, a su entender, esa tampoco es una solución.

“En Berlín, tanto el metro como los trenes de cercanía cuando van bajo tierra no ofrecen suficiente protección. Sus túneles son demasiado superficiales”, dice el responsable del Berlin Story. “Estuve hace poco en Kiev, y allí es diferente. Allí las estaciones de metro son más profundas. En ocasiones hay que bajar dos largas escaleras mecánicas. Allí sí es más fácil protegerse, como en Londres”, concluye Giebel.